Uhm...
La rayita verde sigue ondulando, formando caprichosas cordilleras sobre un civilizado fondo gris.
Que cosas tiene la vida, eh? Para empezar, la mía depende de la acumulación anárquica de montañitas verdes.
***
Las cinco y media... Las cinco y media?! Mierda, llego tarde!!!
Vuelo fuera de la cama, engullo una tostada sin tostar (dícese de un trozo de pan con un pegote de mermelada mal puesto), me lavo los dientes, la cara de rebote, y me repeino una coleta bien tiesa hacia atrás. Dios, que mala cara tengo, el madrugón no perdona!!
Me malpongo el vestido ibicenco, y agarrando la chaqueta vaquera salgo pitando escaleras abajo.
Vuelvo a subir, cojo el bolso (ejem...) y, esta vez sí, me precipito hacia la calle.
Ouch, son menos cuarto ya!!! Ah, ahí está el nicho gigante de gusanos de metal (también llamado metro por algunas personas...)
No encuentro el bonometro, rediez... a ver si se me quedó en la cartera después de recoger los impresos...
Qué...?
-Dame todo lo que llevas, puta, o te rajo!!!! Que me lo des todo, coño!!!!!!! Rápido, rápido joder!!!!!!!!!!!
Oh, me están atracando. (Sí, eso pensé en ese momento, deberían de internarme en un psiquiátrico...)
Encima no hay nadie por aquí, que bien... que hago?!?!?
Le doy el bolso y la cartera, pero el tío no hace ni caso, es más, se me apreta más en su delirio alucinógeno.
Intento desasirme, pero me apreta más la navaja (Mierda de nuevo!!!!!)
Me sigue, me alcanza.
Siento mucho calor en un costado, y en la espalda, y en el pecho. El calor me nubla la vista, me agarra, pero forcejeo y caemos. Consigo revolverme, y me cae encima. Está muerto, se clavó la navaja al caer, yo se la giré en las manos.
Está muerto...
***
La rayita sigue ondulando, decidiendo el curso o final de mi existencia. Es tan verde... tanto como esos ojos con los que ahora me miras, amor.
Más que ojos de mar, ahora son dos ríos los que manan. Ves que he abierto los ojos, y me besas las manos con tanto ardor que parece te fuera la vida en ello. Te sonrío. Por qué lloras, amor? Estoy aquí. Estoy aquí...
Hoy quería ver amanecer contigo. Jamás iba a pensar que con el Sol también renacería yo.
Ha pasado ya mucho tiempo desde ese día, por lo que me dices.
Miro por la ventana, y unos débiles rayos nos iluminan.
Gracias por amanecer conmigo, ahora que veo el Sol en tu mirada.
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